Información de interés para el cambio de pastillas y discos de frenos

Dentro de los mantenimientos rutinarios del vehículo encontramos la revisión y cambio de pastillas y discos de freno. Aunque no se trata de una operación tan frecuente como la de los cambios de aceite y filtros, periódicamente se deben revisar y sustituir estos elementos, ya sea por desgaste o por otros factores que podrían poner en riesgo la seguridad de los ocupantes.

El sistema de frenos tiene una tarea tan vital como es la detención del vehículo, motivo suficiente como para prestarle máxima atención. Es importante detectar el momento necesario para sustituir estos elementos, ya que no necesariamente se deben sustituir por desgaste.

Consecuencias del desgaste de pastillas y discos de freno

Las pastillas de freno son el elemento que necesita un cambio más frecuente, ya que son la parte blanda de los elementos de fricción. Las pastillas pueden incorporar un sensor de desgaste eléctrico (aviso en el cuadro), acústico (una pestaña metálica que al rozar el disco emite un chirrido) o ninguno de estos. A partir de un grosor mínimo, si no se sustituyen las pastillas se corre el riesgo de acabar gastando completamente el ferodo o material de fricción y la base metálica de la pastilla dañará el disco de freno al rozar.

Hablando de los discos de freno, estos también sufren un desgaste lento pero constante, hasta alcanzar un punto en el que no tienen grosor suficiente para aguantar el esfuerzo y temperatura en una frenada. El fabricante indica el grosor mínimo aceptable de los discos, por lo que también este se debe tener en cuenta. En este caso, el Recambio Original es aquel que ofrece plenas garantías de que, aún en el mayor desgaste permitido, los discos de freno sigan cumpliendo perfectamente con sus requisitos. No en vano, un disco que ha sobrepasado el límite de grosor permitido puede resquebrajarse o incluso partirse.

Otros motivos que que provocan el cambio discos y pastillas de freno

Además del desgaste, existen otros motivos por los que se recomienda una sustitución de pastillas o discos de freno. El principio del sistema de frenos es transformar la energía cinética en energía calorífica mediante la fricción de estos elementos. Entonces, por principio, son elementos sujetos a alta temperatura y también a vaivenes constantes, a variaciones extremas en la temperatura.

Pongamos por ejemplo un día lluvioso bajando un puerto de montaña. Los frenos se calientan al frenar en las bajadas, pero al pisar un charco grande se mojan y se enfrían de golpe. Esto implica un proceso de dilatación-contracción extremo, por lo que si no se les hace un rodaje correcto, acabarán irremediablemente dañados. En el caso de los discos, en sus primeras frenadas es muy importante dejar que se calienten y enfríen progresivamente para que la estructura interna se asiente correctamente y evite la ondulación del disco, debido a que el material no ha tenido tiempo para hacer el proceso de dilatación-contracción y se ha deformado.

Otro de los efectos que puede producirse es la cristalización del disco. En estos casos, el problema reside en que la estructura interna del material se ha cohesionado demasiado y el efecto al frenar es de deslizar con un cristal, debido a que las pastillas es como si «mordieran» un disco de cristal, y este no es capaz de evacuar la temperatura. De nuevo, el Recambio Original es el único que asegura los materiales de mejor calidad homologada por el fabricante para tratar de evitar al máximo estas situaciones.

En cuanto a las pastillas, el efecto es muy similar al de los discos: la parte de fricción se cristaliza, no genera la temperatura suficiente al friccionar y por ende, no frena suficiente. Unas pastillas cristalizadas suelen ser fácilmente identificables, ya que generan un aullido muy característico al frenar y presentan un cierto aspecto brillante. Y sobre todo, no se gastan por más kilómetros que recorran, algo que denota que su sustitución debe ser inmediata.

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