Los peligros de conducir en punto muerto

Los peligros de conducir en punto muerto

Muchos conductores creen que conducir en punto muerto es una buena manera de reducir el consumo de combustible. Sin embargo, esta es una práctica arriesgada que, si se repite habitualmente, puede acarrear problemas mecánicos a largo plazo. Este tema es uno de los grandes objetos de debate entre muchos conductores, y aquí vamos a aclarar todas las dudas.

Aumenta el riesgo de sufrir un accidente

Llamamos punto muerto a un estado de la transmisión en el que no hay ninguna marcha engranada. Por lo tanto, aunque el motor está en marcha, su potencia no se transmite a las ruedas en forma de movimiento.

Tanto en las cajas de cambio manuales como en las automáticas, si pisamos el acelerador en punto muerto vemos cómo las revoluciones suben. Sin embargo, el vehículo no se mueve a menos que se encuentre en una pendiente. Aprovechando este efecto, algunos conductores utilizan el punto muerto en los descensos. Lo hacen buscando el ahorro de combustible, pese al evidente riesgo de seguridad que supone.

Porque en un coche que desciende una bajada, más o menos pronunciada, con una marcha engranada el freno motor lo retiene de forma gradual. Por el contrario, si circula cuesta abajo en punto muerto se está moviendo por pura inercia. El riesgo de perder el control es muy alto.

Los peligros de conducir en punto muerto

El falso mito del ahorro de combustible

Además, no es cierto que conducir en punto muerto suponga un gran ahorro en los descensos. Hay que tener en cuenta que el motor no se apaga y, aunque al ralentí, sigue en marcha y realizando un cierto consumo de combustible. Por el contrario, con una marcha engranada son las ruedas las que mueven el motor en las bajadas con un consumo nulo.

Cuáles son los riesgos mecánicos de conducir habitualmente en punto muerto

El uso del punto muerto tendría que limitarse a momentos excepcionales cuando el coche está prácticamente parado. Porque conducir de manera prolongada sin tener ninguna marcha engranada supone un importante riesgo para la mecánica:

  • Desgaste y averías en el sistema de frenos. Como hemos visto, el freno motor no actúa cuando conducimos en punto muerto. Como consecuencia, el conductor se ve obligado a pisar el freno mucho más a menudo. A largo plazo esto supone un desgaste extra en todo el sistema de frenos: discos, pastillas, etc. Reduce los plazos de las operaciones de mantenimiento, obliga a renovar los diferentes elementos más a menudo y puede acabar provocando averías.
  • Sobrecalentamiento en el motor. Los motores de combustión, no importa que sean gasolina o diésel, no se refrigeran ni lubrican correctamente cuando funcionan al ralentí. Esto es especialmente peligroso en verano, cuando las altas temperaturas pueden llegar a propiciar la aparición de averías.
  • Obstrucción de la válvula EGR. En el caso concreto de los propulsores diésel, el funcionamiento a bajas revoluciones favorece que se acumule la carbonilla en la válvula EGR. Esto puede llegar a obstruir este elemento que se encarga de reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno.
Los peligros de conducir en punto muerto

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