Los cuatro componentes del coche que más sufren con el calor en verano

Las altísimas temperaturas veraniegas también afectan a los coches. Existen cuatro elementos principales que son especialmente sensibles al calor y a los que tienes que prestar especial atención en las revisiones para evitar que pierdan eficacia o acaben provocando una avería grave o incluso un problema de seguridad. Vamos a repasarlos.

Aceite

Hace años era recomendable usar dos tipos de aceite con niveles de viscosidad diferentes en verano y en invierno. En la actualidad los buenos aceites son mucho más polivalentes y están dotados de multiviscosidad. Elegir compuestos de primeras marcas y de calidad permitirá utilizar el mismo todo el año.

A las altas temperaturas en verano tenemos que sumar el problema de los grandes desplazamientos y atascos frecuentes, que someten al motor al estrés de las paradas y arranques continuos. Sin embargo, excepto en algunos deportivos, lo más habitual en la mayoría de los coches es que la temperatura del aceite no cuente con ningún indicador específico. Nos podemos así pues encontrar con un problema oculto.

No es raro que el lubricante supere los 100ºC. Estas condiciones ponen a prueba su composición y su capacidad de proteger los diferentes elementos del motor. En casos extremos, se pueden producir daños críticos a causa del roce entre componentes.

Líquido de frenos

En general, todos los líquidos corren el peligro de evaporarse y perder eficacia con las altas temperaturas. Este es un problema común también al refrigerante y el líquido de frenos. En este último caso hay que ser especialmente cuidadoso, puesto que puede afectar directamente a la eficacia de la frenada y suponer un riesgo de seguridad importante.

En la actualidad casi todos los modelos tienen un testigo que nos alerta si baja el nivel del líquido de frenos o existe un problema en su función.

Líquido anticongelante

El líquido anticongelante circula por el interior del bloque de cilindros. Allí capta el calor generado por las explosiones y lo transporta hasta el radiador para enfriarlo. Cuando el calor es excesivo, un termostato conecta un ventilador que va adosado al radiador para forzar su evacuación.  

Pero el anticongelante no solo ayuda a mantener el motor en una temperatura óptima en verano e invierno. También actúa como lubricante, refrigerante y anticorrosivo para el motor.

La falta de líquido anticongelante provoca que el motor se caliente en exceso y puede causar graves averías. Por eso es muy importante controlar su nivel y, ante cualquier sospecha de fugas (charcos en el suelo o salpicaduras en el interior del motor), revisar todo el circuito.

Independientemente del nivel, hay que tener en cuenta que el líquido refrigerante tiene fecha de caducidad y ha de renovarse cada 50.000 kilómetros o cada tres años. Lo que antes suceda.

Batería

Con el aumento de las temperaturas, las baterías pueden desgastarse hasta un 50% más rápidamente. También pueden secarse, y esto reduce su vida útil.

Una manera sencilla de evitarlo es simplemente manteniendo el motor limpio. Porque la suciedad y la grasa pueden actuar como aislantes que retienen el calor alrededor de la batería. Evitar que se acumule la suciedad previene los problemas.

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