Cómo usar el cambio manual en un coche para evitar las averías y reducir el consumo

Aunque las transmisiones automáticas ganan terreno sobre todo con la progresiva implantación de los coches electrificados, lo cierto es que seguro que el cambio manual sigue siendo con mucho el más habitual en los vehículos.

Los sistemas de transmisión manual están diseñados para durar toda la vida útil del vehículo, superando con facilidad los 300.000 kilómetros recorridos. Sin embargo, el cambio de marchas es uno de los mecanismos más complejos del coche y, si no se utiliza correctamente, puede sufrir averías muy caras de reparar.

Además, un manejo adecuado del cambio no solo alarga la vida útil de la mecánica. También consume menos combustible.

Cómo funciona la transmisión manual

Con la transmisión manual es el conductor el que elige, mediante el accionamiento de una palanca, entre los diferentes desarrollos disponibles. Para cambiar de velocidad hay que pisar el pedal de desembragar el motor, seleccionar la marcha adecuada con la palanca y soltar el embrague.

7 consejos para accionar el cambio de marchas manual

A continuación, te dejamos siete consejos para alargar al máximo la vida útil del cambio de marchas, reducir el consumo y evitar las temidas y caras averías:

• Arrancar siempre en primera. Arrancar desde parado en segunda velocidad exige un mayor esfuerzo al motor en general y al embrague en particular. Además, sobrecalienta el sistema.
• Cambiar de marcha de forma progresiva y a la velocidad adecuada. Varía entre los diferentes fabricantes y modelos, pero como norma general en los coches con seis marchas hay que cambiar de primera a segunda a los 15 o 20 km/h, a tercera a partir de 30 km/h; a cuarta a los 40 km/h; a quinta a 50 km/h y a sexta a partir de los 100 km/h. 
• Apretar a fondo el pedal del embrague al cambiar de marcha. De lo contrario, los piñones y la sincronización del cambio rascan y se desgastan.
• Soltar el embrague con suavidad. Levantar el pie bruscamente del pedal del embrague provoca tirones que son incómodos para todos los pasajeros y que perjudican a todos los componentes del sistema.
• Evitar mantener todo el rato la mano sobre la palanca. Esta es una costumbre muy común y que no es tan inocente como parece. Porque a la larga el peso de la mano ejerce una presión perjudicial para las conexiones mecánicas del sistema. Este puede ser el principio de la aparición de holguras y falta de precisión en su funcionamiento. 
• No mantener la marcha engranada en los semáforos. En las paradas breves muchos conductores mantienen pisado el embrague en lugar de seleccionar el punto muerto. Es otro error que acelera el desgaste del embrague e incrementa la temperatura de la mecánica.  
• Cumplir escrupulosamente el calendario de cambios de aceite. Los aceites de primeras marcas y en buen estado evitan el desgaste de las piezas por rozamiento y ayudan a refrigerar todo el sistema.

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